lunes, 17 de enero de 2011


 





El poeta se inició en el arte de la escritura en sus años en el bachillerato, pero su verdadero nacimiento literario se produjo en la Universidad de Sevilla donde conoció a Pedro Salinas, que ejercía de profesor de literatura, y que le orientó en sus lecturas: Fray Luis de León, Herrera, Garcilaso, entre los clásicos españoles, pero también la poesía de Rimbaud o Mallarmé y, principalmente, la obra de André Gide, escritor que supuso para Cernuda el reconocimiento y aceptación de su propia sexualidad.
En los años veinte se trasladó a Madrid y fue allí donde entró en contacto con el mundo intelectual y de esos contactos nace su primera obra, Perfil del aire (1927), en la línea de la poesía pura, que recibió pocas críticas y en su mayoría negativas.
 En diciembre de 1927, homenajeando a Góngora, se reúne la recién nacida Generación del 27 en el Ateneo de Madrid. Cernuda conoce a Federico Garcia Lorca. Un año después muere su madre y Cernuda se instala definitivamente en Madrid; pero por poco tiempo ya que, gracias a la ayuda de Pedro Salinas, consigue un lectorado en Toulouse. La ciudad provinciana sin embargo le desanima: en Madrid se había forjado un hombre de atildado y perfecto aspecto, de camisería inglesa, trajes, guantes y sombrero y falsa frivolidad que le llevaba a cocktails, bares y restaurantes, ensayando poses y apariciones perfectas en público, intentando ocultar tras esa fachada impecable su propia inseguridad y sus miedos, su necesidad de amor, su sensibilidad extrema, su continua necesidad de huir. En Toulouse se refugió en el dandysmo para defenderse del ambiente mediocre de la ciudad y de las clases en la Universidad. Nunca sintió pasión por la labor docente.

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